Un pedazo de nuestro jardín-Carapachay-(Bs.As)
Papá y yo en el tren de la alegría en Junín(Bs.As.)
http://youtu.be/LtiIpIJ5J2Q
REYES MAGOS.
Mientras recogía la tasona con agua y el pasto que la noche anterior había puesto Macarena para los hambrientos camellos que ella imaginaba vistándonos en su vigilia, cargados de juguetes, tuve un sueño, en verdad, ellos nos habían dejado la huella, a través de su espíritu sagrado, trayéndonos dones de amor, paz, bondad, templanza y esperanza. Sembrando un manto de olvido y sepultando, el dolor que algunas veces tiñiera los días del ayer...
Extañaba a Juan Franciso, me alentaba saber que disfrutaba sus deseadas vacaciones y los mimos de la abuela Minga en Junín. Los Reyes le regalaron una paleta de paddle. Mamá decía que pronto empezó a usarla. Macarena recibió un novedoso juego de té con un carrito para servirlo.
Por la mañana, caminando hacia la oficina me reencontré con una vieja librería, donde solía pasar largo rato, leyendo y eligiendo los mejores cuentos para mis indiecitos. Compré algunos libros de entretenimiento para Maky y otros para obsequiarle a los hijos de una compañera.
Un sinfin de dificultades traban mis intentos por escribir.
Espero el tren. Pienso dónde encontrar un organizador mental. Paseo con mi mirada la estación, el tiempo y el abandono se apoderaron de ella. Qué lástima, que no luzca como las de antes, desde niña me gustaron tanto las estaciones de trenes!
Me recuerdan mis viajes felices junto a los abuelos o junto a papá desde Junín a Buenos Aires, o aquellos junto a mamá y Graciela rumbeando hacia el encuentro con papá durante sus estancias por la lucha laboral en aquella ciudad.
Un grupo de hombres aguardan en el andén de enfrente. La pequeña alameda que se asoma detrás de las vías me entretiene con el concierto de sus pequeñas hojas que danzan al compás del viento sonando como instrumentos de una orquesta. Los recuerdos me transportan hasta la enorme quinta del abuelo Antonio, su huerta! Esa verde esquina bordeada de árboles añosos y yucas adornadas de madreselvas, se convertían en mi escondite favorito ante el ataque de los vaqueros encarnados en mis primos mayores. Las risas infantiles, el bullicio interminable me conducen a la casa de la abuela. Mi palacio encantado. Su larga galería encierra los pasos de aquellos chiquilines que éramos entonces. Nos bastaban los relatos del abuelo para quedar exhaustos luego de un largo día de juegos y travesuras. Esas historias inquietantes protagonizadas por las piaras criadas en los campos de Rojas, describían detalladamente, sus frecuentes desapariciones y las pistas que siempre conducían a cuatreros y policías del pueblo que nunca hallaban culpable alguno ni regresaban jamás a aquellos graciosos cochinos. Nos dormíamos escuchando sus cuentos impregnados de suspenso y picardía.
Los aromas vuelven a mi memoria, paseándome por el jardín poblado de jazmines, el cerco de rosas rojas rodeando los tapiales. La medianera tapizada del fucsia de las flores de Santa Rita y lentamente voy al encuentro de aquella pequeñita con pocitos en las mejillas que sonreía a cada rato, disfrutando la dulce compañía de su abuela. Abrazo a la niña que fui salpicada de barro, que a los saltos va recogiendo los más bellos pimpollos rojos y ramilletes de violetas aprisionándolos en sus manitas tibias. La ternura me acaricia el alma, devolviéndome aquellas alegrías del ayer
Dos enormes plantas de rosas de La Paz custodiaban el cantero principal del jardín. Completaban el paisaje un arbolito repleto de jazmines, macizos de peonías y azucenas. Todo ese cuadro matizado de bellos colores eran el orgullo de la abuela Clementina y yo era una princesa subyugada por los encantos de su Reino.
...REYES MAGOS, cuánta magia añorada! Recuerdos de mi infancia se mezclaban y me veía junto a Graciela, mi hermana, preparando el alimento para los cansados animales. Les construíamos una posada para ellos, nuestra inocencia nos hacía ver hasta la marca de sus pasos en el jardín de la casa.
El tiempo se fue devorando esas tiernas fantasías.
Hoy nuestras vidas transcurren en senderos paralelos sin proyectos comunes como entonces...
Nos une el llamado de la sangre, los recuerdos, tantos buenos momentos y alegrías compartidas, nuestros hijos, su futuro, el profundo afecto...la vida misma.
ELIDA ISABEL GIMENEZ TOSCANINI
SEÑOR DÍGNATE HABITAR EN ESTA CASA
CONCEDE A QUIEN MORA TU PAZ
A QUIEN LLEGA TU ALEGRÍA
A QUIEN PARTE TU BENDICIÓN
EL PORTÓN CON SU CAMPANA LLAMADORA
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