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jueves, 19 de mayo de 2011

El otoño de la vida

Casandra descubrió que no había vivido una historia de amor, sino un sueño de amor. En él había dado su corazón. Con el desencanto sobrevino el vacío. Una espada rasgó su ser entero. El dolor sirvió para hacerla despertar.
Y en ese despertar se encendió el deseo de nacer cada mañana, muy pronto aprendió a danzar con su alma y desplegando como una bailarina su cuerpo se elevó muy alto.
Senderos del día la aguardaban y ella fue tejiendo encajes de sueños nuevos. Arrojó al viento las caricias y besos guardados en la oscura estación de las horas.
Cual árbol frondoso, en un telar de ternura, Casandra fue hilando día a día ramas de anhelos. Se encendieron faros en estaciones venideras iluminando la espera.
Ensayaba en su guitarra, acordes de una bella melodía, cuando el amor la sorprendió en el otoño de su vida...

Elida Isabel Gimenez Toscanini