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sábado, 6 de marzo de 2010

MEMORIAS

Un pedazo de nuestro jardín-Carapachay-(Bs.As)
 La escalera sobre la añosa  palta


Papá  y yo en el tren de la alegría en Junín(Bs.As.)


http://youtu.be/LtiIpIJ5J2Q


REYES MAGOS.

Mientras recogía la tasona con agua y el pasto que la noche anterior había puesto Macarena  para los hambrientos camellos que ella imaginaba vistándonos en su vigilia, cargados de juguetes, tuve un sueño, en  verdad, ellos nos habían dejado la huella, a través de su espíritu sagrado, trayéndonos dones de amor, paz, bondad, templanza y esperanza. Sembrando un manto de olvido y sepultando, el dolor que  algunas veces tiñiera los días del ayer...
Extañaba a Juan Franciso, me alentaba saber que disfrutaba sus deseadas vacaciones y los mimos de la abuela Minga en Junín. Los Reyes le regalaron una paleta de paddle. Mamá decía que pronto empezó a usarla. Macarena recibió un novedoso juego de té   con un carrito para servirlo.
Por la mañana,  caminando hacia la oficina me reencontré con una vieja librería, donde solía pasar largo rato, leyendo y eligiendo los mejores cuentos para mis indiecitos. Compré algunos libros de entretenimiento para Maky y otros para obsequiarle a los hijos de una compañera.
Un sinfin de dificultades traban mis intentos  por escribir.
Espero el tren. Pienso  dónde encontrar un organizador mental. Paseo con mi mirada la estación, el tiempo y el abandono se apoderaron de ella. Qué lástima, que no luzca como las de antes, desde niña me gustaron tanto las estaciones de trenes!
Me recuerdan mis viajes felices junto a los abuelos o junto a papá desde Junín a Buenos Aires, o aquellos junto a mamá y Graciela rumbeando hacia el encuentro con papá durante sus estancias por la lucha laboral en aquella ciudad.
Un  grupo de hombres aguardan en el andén de enfrente. La pequeña alameda que se asoma detrás de las vías me entretiene con el concierto de sus pequeñas hojas que danzan al compás del viento sonando como instrumentos de una orquesta. Los recuerdos me transportan hasta la enorme quinta del abuelo Antonio, su huerta! Esa verde esquina bordeada de árboles añosos y yucas adornadas de madreselvas, se convertían en mi escondite favorito ante el ataque de los vaqueros encarnados en  mis primos mayores. Las risas infantiles, el bullicio interminable me conducen a la casa de la abuela. Mi palacio encantado. Su larga galería encierra los pasos de aquellos chiquilines que éramos entonces. Nos bastaban los relatos del abuelo para quedar exhaustos luego de un largo día de juegos y travesuras. Esas historias inquietantes  protagonizadas por las piaras criadas en los campos de Rojas, describían detalladamente, sus frecuentes desapariciones y las pistas que siempre conducían  a  cuatreros y  policías del pueblo que nunca hallaban  culpable alguno ni regresaban jamás a  aquellos graciosos cochinos. Nos dormíamos escuchando sus cuentos  impregnados de suspenso y picardía.
Los aromas  vuelven a mi memoria, paseándome por el jardín  poblado de jazmines,  el cerco de rosas rojas rodeando los tapiales. La medianera tapizada del fucsia de las flores de Santa Rita  y lentamente voy al encuentro de aquella pequeñita con pocitos en las mejillas que sonreía a cada rato, disfrutando  la dulce compañía de su abuela. Abrazo a la niña que fui salpicada de barro, que a los saltos va recogiendo los más bellos pimpollos rojos  y  ramilletes de violetas aprisionándolos  en sus manitas tibias. La ternura me acaricia el alma, devolviéndome aquellas alegrías del ayer
Dos enormes plantas de rosas de La Paz custodiaban el cantero principal del jardín. Completaban el paisaje un  arbolito repleto de jazmines,  macizos de peonías y azucenas. Todo ese cuadro matizado de bellos colores eran el orgullo de la abuela Clementina y yo era una princesa subyugada por los encantos de su Reino.


...REYES MAGOS, cuánta magia añorada! Recuerdos de mi infancia se mezclaban y me veía junto a Graciela, mi hermana,  preparando el alimento para los cansados animales. Les construíamos una  posada para ellos, nuestra inocencia nos hacía ver hasta la marca de sus pasos en el jardín  de la casa.
El tiempo se fue devorando esas tiernas fantasías.
Hoy nuestras vidas transcurren en senderos paralelos sin proyectos comunes como entonces...
Nos une el llamado de la sangre, los recuerdos, tantos buenos momentos y alegrías compartidas,  nuestros hijos, su futuro,  el profundo afecto...la vida misma.

ELIDA ISABEL GIMENEZ TOSCANINI



SEÑOR DÍGNATE HABITAR EN ESTA CASA
CONCEDE A QUIEN MORA TU PAZ
A QUIEN LLEGA TU ALEGRÍA 
A QUIEN PARTE TU BENDICIÓN


MI HOGAR
EL PORTÓN CON SU CAMPANA LLAMADORA

CAMINATA CON LLOVIZNA


Mañana somnolienta. Daba gusto caminar sobre la arena mojada. Mientras la olas salpicaban mis pies,
la lluvia acariciaba mi cuerpo  y el viento jugaba con mi pelo...
El mar me traía remembranzas...

Elida Isabel Gimenez Toscanini

jueves, 4 de marzo de 2010

El café de la estación

...rincones, islas pobladas de silencios, mesas vacías, contrastaban con los jardines que bordeaban el café.
Desde el ventanal,  recorría la trama de las enredaderas que, caprichosamente lo decoraban. Ramilletes de jazmines y madreselvas dejaban un delicioso aroma.
Noelia cerró los ojos y respiró profundo,  mientras aguardaba inquieta sentada en la barra del café... el crujido de las ruedas del tren, en el andén de enfrente, la despertó.
Esteban estaba frente a ella observándola tiernamente...el abrazo llegó pronto, tembloroso y cálido.
Entonces ya no hubo distancias ni ausencias... el tiempo se detuvo en ese mismo instante...
Cruzaron la plaza tapizada de flores de los jacarandaes añosos  entre el bullicioso griterío de niños disfrutando de sus  juegos.
La  lluvia  de las casuarinas empapaba sus rostros, Noelia sentía que estaba besando al amor de su vida... El corazón de Esteban latía al compás de un sinfin de trinos mientras su boca saboreaba el panal  deseado...

Noche mágica de Abril como el abrazo del reencuentro. Las miradas cómplices y sus manos entrelazadas expresaron un lenguaje singular: el de dos seres que se amarían apasionadamente, más allá del tiempo y del espacio. Noche única iluminada por una pícara luna testigo de dulces besos.
Noelia y Esteban, chocaron sus copas burbujeantes, en ese instante,  el universo les regalaba un capullo de sueños devenido en luz derramada sobre sus cuerpos. Un puente los unió hasta el infinito de sus almas.
Se habían conocido en un congreso sobre bioética y trabajo social, pocas palabras y un abrazo bastaron para darse cuenta que habían estado buscándose desde siempre. Eran para sí
la posada añorada.
Sin embargo el momento de la despedida llegó con prisa, en pocas horas  Esteban abordaría el avión que lo conducía a Lyon, allí lo aguardaba su familia.
Deseaban detener el tiempo mientras se abrazaban pero el tic tac de las horas marcó sus rumbos poniéndolos de espalda. Un océano los separó, sin saber hasta cuándo volverían a verse.

Elida Isabel Gimenez Toscanini

miércoles, 3 de marzo de 2010

RELATOS

..la luna me mira con su cara sucia y se asoma con la capelina blanca hecha de nubes, el viento la acaricia y yo le pido mientras ella juega a las escondidas,  que me susurre palabras bellas y tiernas, palabras llenas de colores, que me sorprenda   hasta hacerme estallar en carcajadas...y, me acurruque  en sus brazos cuando llueve
la luna se esconde y me regala  el brillo en mi mirada ...

Elida Isabel Gimenez Toscanini